Los 15 minutos de gloria de la fiscal Yeni Reynoso se esfumaron
Por qué no ha sorprendido que la fiscal del Distrito Nacional, Yeni Reynoso,
tratara de esconder para siempre la querella del doctor Guillermo Moreno contra
el ex presidente Leonel Fernández? Tonto sería si hubiera esperado algo
diferente de una persona catapultada sorpresivamente por el grupo corporativo
gobernante hasta la más importante fiscalía del país. Eso, sin antes haber
demostrado un amplio y contundente historial en el ministerio público. Ese
premio denota confianza absoluta en ella. Dentro de la acomodación del aparato
judicial que garantizara la impunidad del grupo gobernante, había que colocar en
ese puesto clave a quien gozara de mayor confianza. Y es lógico que así fuera
cuando lo que se busca es mantener blindada la jurisdicción de la residencia de
Leonel Fernández.
El momento político actual adquiere una connotación didáctica porque muestra, una vez más, por qué el grupo de Leonel Fernández está comprando televisoras, radiodifusoras, periódicos, programeros, periodistas y cualquier “boca aguada” dispuesto a repetir el catecismo de FUNGLODE y su gurú universal. La opinión a ser escuchada siempre debe ser la del poder corruptor: la conceptualización única.
El momento es aleccionador, también, porque va mostrando cómo a Leonel se le podrían agotar, antes de tiempo, los instrumentos manipulables dentro del sistema judicial que impuso. Es evidente que ya no osaría utilizar para este tipo de casos al antiguo Presidente de la Suprema quien se auto incriminó como prevaricador. Como tampoco podrá usar cual escudo a la jueza de la Suprema que desestimó la demanda contra su hijo putativo. Ahora se le acaba de quemar la “novata del año” que trajeron de Santiago para asegurar la impunidad en la jurisdicción de la residencia del líder de esa manada. Junto a ella, incineró a Baltasar Garzón como si fuera un bonzo vietnamita. La sábana de impunidad puede que no le alcance para arropar todos los reclamos que le vendrán encima. Nadie podrá evitar que las demandas judiciales para que sean castigados los funcionarios corruptos sigan llegando. El arma con la que trata de defenderse del justo castigo no tiene tantas municiones morales creíbles como para neutralizar a todos los demandantes. La verdadera lucha contra la corrupción apenas comienza.
En cuanto a la fiscal Reynoso, sus 15 minutos de fama se esfumaron. Sus patrocinadores se quejan de que la opinión pública la está tratando con dureza. Y es cierto, aunque explicable. El ser humano responde con agresión cada frustración que padece. El desengaño sufrido con la actitud de aquella a quien se suponía una promesa para la defensa de la legalidad, es inmenso. De ahí que la energía con que la población le reclama seriedad en el ejercicio público podría lucir exagerada, aunque totalmente justa.
La Fiscal se mostró en una entrevista televisada con sorpresiva arrogancia. Puso como condición para quien osara opinar sobre su decisión a leer completamente el auto que redactó la fiscalía. Y eso es justo. Como justo es que a ella se le reclame la lectura total y detenida de la querella de Guillermo Moreno. Las dudas persisten porque la injustificable acción legal permite interpretar que quienes redactaron ese auto no leyeron la querella. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que aquel que no quiere escuchar. Existe el pálpito de que la fiscal nada encontró porque nunca buscó.
Si fuera verdad que la licenciada Reynoso no encontró leyes que tipificaran como delito los reclamos de esa querella, debe preguntarse: ¿qué ha estado haciendo el Congreso Nacional todos estos años de enriquecedores “barrilitos” y “cofrecitos” si no fue aprobar leyes? ¿Qué hará el presidente Medina con los Vincho y demás especímenes que medran en organismos estatales cuya misión debía ser la de combatir la corrupción? ¿Es esta la evidencia de que la tramoya gubernamental anti corrupción es toda una mentira porque no hay leyes para tipificar los delitos? ¿Dónde coloca esta decisión al presidente Danilo Medina quien en su discurso de toma de posesión se comprometió a “combatir la corrupción por el solo rumor público”? ¿Mintió a sabiendas?
Los patrocinadores de la fiscal Reynoso la quemaron demasiado pronto. La echaron a nadar en aguas profundas y se ahogó en la misma orilla.
El momento político actual adquiere una connotación didáctica porque muestra, una vez más, por qué el grupo de Leonel Fernández está comprando televisoras, radiodifusoras, periódicos, programeros, periodistas y cualquier “boca aguada” dispuesto a repetir el catecismo de FUNGLODE y su gurú universal. La opinión a ser escuchada siempre debe ser la del poder corruptor: la conceptualización única.
El momento es aleccionador, también, porque va mostrando cómo a Leonel se le podrían agotar, antes de tiempo, los instrumentos manipulables dentro del sistema judicial que impuso. Es evidente que ya no osaría utilizar para este tipo de casos al antiguo Presidente de la Suprema quien se auto incriminó como prevaricador. Como tampoco podrá usar cual escudo a la jueza de la Suprema que desestimó la demanda contra su hijo putativo. Ahora se le acaba de quemar la “novata del año” que trajeron de Santiago para asegurar la impunidad en la jurisdicción de la residencia del líder de esa manada. Junto a ella, incineró a Baltasar Garzón como si fuera un bonzo vietnamita. La sábana de impunidad puede que no le alcance para arropar todos los reclamos que le vendrán encima. Nadie podrá evitar que las demandas judiciales para que sean castigados los funcionarios corruptos sigan llegando. El arma con la que trata de defenderse del justo castigo no tiene tantas municiones morales creíbles como para neutralizar a todos los demandantes. La verdadera lucha contra la corrupción apenas comienza.
En cuanto a la fiscal Reynoso, sus 15 minutos de fama se esfumaron. Sus patrocinadores se quejan de que la opinión pública la está tratando con dureza. Y es cierto, aunque explicable. El ser humano responde con agresión cada frustración que padece. El desengaño sufrido con la actitud de aquella a quien se suponía una promesa para la defensa de la legalidad, es inmenso. De ahí que la energía con que la población le reclama seriedad en el ejercicio público podría lucir exagerada, aunque totalmente justa.
La Fiscal se mostró en una entrevista televisada con sorpresiva arrogancia. Puso como condición para quien osara opinar sobre su decisión a leer completamente el auto que redactó la fiscalía. Y eso es justo. Como justo es que a ella se le reclame la lectura total y detenida de la querella de Guillermo Moreno. Las dudas persisten porque la injustificable acción legal permite interpretar que quienes redactaron ese auto no leyeron la querella. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que aquel que no quiere escuchar. Existe el pálpito de que la fiscal nada encontró porque nunca buscó.
Si fuera verdad que la licenciada Reynoso no encontró leyes que tipificaran como delito los reclamos de esa querella, debe preguntarse: ¿qué ha estado haciendo el Congreso Nacional todos estos años de enriquecedores “barrilitos” y “cofrecitos” si no fue aprobar leyes? ¿Qué hará el presidente Medina con los Vincho y demás especímenes que medran en organismos estatales cuya misión debía ser la de combatir la corrupción? ¿Es esta la evidencia de que la tramoya gubernamental anti corrupción es toda una mentira porque no hay leyes para tipificar los delitos? ¿Dónde coloca esta decisión al presidente Danilo Medina quien en su discurso de toma de posesión se comprometió a “combatir la corrupción por el solo rumor público”? ¿Mintió a sabiendas?
Los patrocinadores de la fiscal Reynoso la quemaron demasiado pronto. La echaron a nadar en aguas profundas y se ahogó en la misma orilla.
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