Por Gustavo Ariza Matos
SABER MÁS ACERCA DEL
AUTOR
16 años. Estudiante meritorio del tercero de bachillerato
del colegio Carol Morgan. Marcada vocación de liderazgo. Encabeza el equipo de
mercadeo del programa de Robótica y del equipo de beisbol de su escuela.
Disfruta leer y escribir sobre política dominicana.
La naturaleza
amable y perseverante de los dominicanos me ha llenado siempre de orgullo y
admiración. Cuando queremos algo, hacemos lo imposible para lograrlo. Esta
fuerza, esencia de nuestra dominicanidad, lamentablemente la hemos ido
perdiendo.
Cuando los trinitarios fundaron esta gran
nación, nuestra pelea por la libertad fue exitosa. Después de ese histórico
Febrero, esa libertad, producto de sangre y sudor, se ha visto amenazada
numerosas veces. Los dominicanos, sin embargo, nos hemos mantenido
victoriosos.
Hoy día, esta libertad que tanto trabajo nos costó
conseguir, que con tanto ardor hemos defendido, nuevamente se ve amenazada. Y
hoy digo “soy dominicano” sin el orgullo de antaño. Esta vez, y lo repito con
dolor en el alma, nuestra libertad es puesta en riesgo por aquellos que están
supuestos a luchar por ella: nuestros líderes. Triste realidad.
Me atrevo
a decir con certeza que la gran mayoría de nuestros políticos hoy practica la
corrupción. El más reciente y grave crimen de estos “ladrones con corbata” es la
controversial reforma fiscal. Después de gastar por años el dinero que nosotros,
los “inversionistas” de esta empresa, pagamos para contar con una sociedad
civilizada y progresista, hoy quieren hacernos pagar la fiesta en la que ellos
bailaron y a la que a no fuimos invitados.
No se sabe a ciencias ciertas
adonde fue a parar este dinero, un fondo millonario que nuestros “líderes”
gozaron en forma de viajes, simposios, carros, apartamentos y mil lujos más.
Repito: yo no gocé en esa fiesta. No bebí, no comí. Sin embargo la factura, como
a ustedes, dominicanos y dominicanas, me toca pagar.
El Banco Central
anuncia un crecimiento mayor año tras año y nuestro pequeño país tiene la
segunda economía más grande del Caribe pero, tristemente, más del 25% de la
población dominicana despierta con el estómago vacío y viviendo en los niveles
más bajos e indignos de la pobreza.
Entonces pregunto ahora, ¿Cómo puede
ser que a un pueblo hambriento se le robe su futuro y la nación muera lentamente
en silencio? ¿Cómo puede ser que nuestros líderes, en quienes depositamos
nuestra confianza y nuestro bienestar, abusen del poder y queden libres con las
atrocidades que han cometido y siguen cometiendo? ¿Cómo puede ser que se haya
vuelto normal para nosotros ver madres caminando por las calles con tanta carga
de dolor y tristeza en sus miradas? Tanto nivel de insensibilidad no soy capaz
de comprender.
Somos la segunda economía más grande del Caribe (una
bullita, por favor) pero también somos la nación más corrupta. ¿Es esto
libertad? Ciudadanos sin educación, sin salud, sin transporte público.
Ciudadanos desamparados, porque el gobierno quita mucho y cuando da es de a
poco.
No hay recursos, dicen. Y la sangre me hierve. El problema no es la
falta de recursos. El problema es la mala administración de estos recursos. Por
eso, que el gobierno ahora reciba mayores ingresos no nos ayuda en nada. Al
contrario: ahora es que vamos a estar jodidos. Y mientras tanto, los titulares
de los noticiarios se llenan de asesinatos, violaciones y robos.
Aunque
los que forman parte de nuestro gobierno cargan con un gran saco de culpa, sería
estúpido decir que solo ellos son los malos de la película. Nosotros cargamos
parte de la culpa también. Quien calla en presencia de injusticias de este
calibre es casi tan culpable como el que las comete.
Como dice la famosa
politóloga Rosario Espinal: “Somos Pariguayos gobernados por Sabelotodo”. Ella
lo puso suave. Yo diría que somos unos verdaderos pendejos.
Los líderes
de una nación tienen tanto poder como sus ciudadanos le permiten. Nosotros
abrimos la boca para quejarnos, pero no movemos el cuerpo para actuar. Tanto es
así que la frase “el jodio gobierno” me suena cada vez más a
cliché.
Entonces, dominicanos y dominicanas, ¿qué vamos a hacer para
cambiar esto? Sencillo. Dejar a un lado nuestro silencio. No permitir más
irrespeto a nuestra Constitución. No bajar la guardia por el simple hecho de que
nos hayan aprobado el tan anhelado 4% para la educación. Seguir vigilantes. Cómo
se invierte ese 4% es la tarea ahora. Tenemos una economía mucho más vigorosa
que la de Haití pero estamos seis puestos por debajo de ellos en educación (de
144 países somos el último).
Como dijo el diputado José Paliza: “no puede
haber una reforma fiscal sin antes haber una reforma moral”. Tenemos, todos, que
demandar y exigir justicia. Hay una frase que nos va como anillo al dedo: “el
que no quiere a su Patria, no quiere a su madre”, y yo creo firmemente que es
nuestra obligación como dominicanos dar la pelea.
¿Nos están tratando
como indios? De acuerdo, somos indios. Pero que no se quejen cuando les lleguen
las flechas. Que si caemos, caeremos peleando.
A nuestros líderes hay que
recordarles y demandarles que su rol es servir, no servirse. Y mostrar cero
tolerancia a la corrupción. No podemos dejar que secuestren nuestra
bandera.
“Ningún pueblo ser libre merece, si es esclavo, indolente, y
servil.”
Tomado de acento.com.do
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