domingo, 23 de febrero de 2014

Una sociedad marcada por la inseguridad

Aura Celeste Fernández R.

Uno de los temas más importantes en la agenda pública dominicana es el de la seguridad ciudadana. Recordemos la expectativa que creó el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana puesto en vigencia por el gobierno, en marzo del año pasado.

Este plan fue anunciado por el presidente de la República, en su discurso de hace un año.

Cuando se lanzó se dijo a la sociedad dominicana que se harían cambios notables en la Policía Nacional y otras entidades gubernamentales. Se involucró a la Dirección Nacional de Control de Drogas, la Autoridad Metropolitana de Transporte, el Ministerio de Interior y Policía y el Ministerio Público.

En ese entonces se dijo que el plan abarcaría cinco provincias, donde habita el 53% de la población y donde se registra el 64% de los delitos y crímenes.

El ministro de la Presidencia, Lic. Gustavo Montalvo, dijo que el plan tendrá como resultado una Policía renovada, mejor formada, disciplinada y más cercana a la ciudadanía, la cual sería depurada y profesionalizada.

El presidente Medina dijo en ese entonces que necesitaba de la esperanza y la participación de cada uno de los dominicanos y dominicanas. Al mismo tiempo dijo que es difícil superar la desconfianza, pero que debemos elevar la mirada por el bien común y unir esfuerzos.

Al oír esto, albergamos, alguna más que otra esperanza, a pesar de que tenemos un pasado de “bultos” que se hacen respecto de planes y programas que se anuncian desde el sector público, así como de incumplimientos, todo lo cual nos dificulta abrazarla. Hemos transitado un año desde que se puso en vigencia el aludido Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, y una se pregunta:

¿Qué se ha logrado a la fecha, en relación a la profunda inseguridad ciudadana que padece el pueblo dominicano?

Particularmente quisiera como ciudadana que me demostraran, sin números falseados, en términos concretos, qué efectividad ha tenido el referido plan, pues a la fecha no alcanzo a ver y a tener razones y elementos para sentir mayor seguridad, sino todo lo contrario.

¿Qué trabajos profundos se han hecho con la Policía Nacional? ¿Qué cambios se han logrado respecto de esta institución y sus agentes, en este año?

¿Qué tanto han disminuido los crímenes y los delitos, así como los asaltos y los robos?

¿Ha aumentado en la gente, la confianza para salir a las calles, o es todo lo contrario?

¿Cómo anda el microtráfico en el país?. ¿Se ha reducido? ¿Qué medidas concretas y de raíz han sido tomadas en este año para asestarle un golpe a este terrible flagelo que está destruyendo una parte importante de nuestra juventud?

¿Qué logros se pueden constatar, en este año, en la lucha contra el narcotráfico?

¿Han disminuido en este período, las bandas que operan en barrios de nuestros principales centros urbanos?

¿Qué cambios en este año han operado en nuestro sistema carcelario, en el sentido de eficacia en la regeneración de los condenados y respecto de la alta tasa de reincidencia de los que egresan del mismo? De seguro que las respuestas a estas interrogantes no son las que quisiéramos, lo cual pone en evidencia que a la fecha el referido plan ha sido ineficaz porque no existe una firme voluntad política para enfrentar las causas generadores del delito y el crimen, así como sus consecuencias.

La verdad es que continuamos siendo una sociedad atemorizada y acorralada por el crimen, la delincuencia y la inseguridad; que no hay una sola semana en que no ocupen las primeras páginas de los periódicos, los crímenes más atroces. Aún no me repongo del impacto que me ha causado el ahorcamiento en San Juan de la Maguana de un niño de seis años, por una banda de criminales que previamente había asesinado a su padre para robarle y cuyos miembros hacía unos días que habían salido de la cárcel.

Crímenes como Este y tantos otros, nos tienen que llevar a la reflexión de que nuestra sociedad ha sido dañada profundamente.

No hay dudas que estamos mal y vamos por mal camino; que nuestra sociedad no puede continuar esta ruta hacia el despeñadero que nos llevan aquellos que tienen la responsabilidad de conducir los destinos nacionales, por lo que tenemos que reaccionar de una vez y por todas. Ahí está la clave.

Tomado de hoy.com.do

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