Por Enrique Pérez Martí
Hace unos meses en New York, conversando con un asesor de turismo perteneciente al New York Times, le pregunté cuál era la causa de que a nuestro país no vinieran turistas de primera; me contestó: 'Ustedes no tienen una ciudad para recibir esos visitantes, ustedes tienen “jaulas turísticas”, fuera de los hoteles, no hay ambiente'. El articulista propone que construyamos una ciudad "dorada", ¿pero en Bahía de las águilas?
En una extensión al sur de la Isla de Santo Domingo, hay una franja de tierra con un bamboleo judicial de compra y venta de parcelas tan confuso que han arrinconado al Estado y a las poblaciones aledañas desde la fundación de la República.
Ese segmento geográfico de la Isla es un tesoro nacional porque se ha conservado solitario y donde no se han erigido viviendas baratas. La litis de reclamaciones lleva años y los gobiernos constitucionales han tenido miedo para enfrentarse a los agiotistas reclamantes con y sin razón, estos le ha enrostrado a los funcionarios investigadores su sentir de ser que prefieren sacrificar una región, verla empobrecida por tiempo indefinido, sin desarrollo, uniforme de la nación, con hambre y sin oportunidad de empleos para sus habitantes y así dejar que la tal justicia siga con sus pasos de tortuga hacia la solución que extraña este enigma insólito.
Los gobiernos, anteriores todos al del Presidente Medina, han sacrificado a millones de jóvenes que han envejecido esperando la solución de este conflicto.
El Gobierno actual del Presidente Danilo Medina ha mostrado impulsos para solucionar la problemática del sur, pero la forma utilizada con nuevas investigaciones y una nueva litis judicial, no es la apropiada. La opinión de turistas consultados es que existen otras vías para zanjar las reclamaciones.
El desarrollo fronterizo es primordial y tiene prioridad para el Estado. Ahora bien, el turismo que es lo más importante por el sitio, es divisible para los entendidos en esta materia, varía según el estatus económico individual. Cuando una agencia de viajes agrupa un conglomerado para un viaje se sabe de antemano que son de clase media.
El de primera viaja solo e invita amigos.
Hace unos meses en New York, conversando con un asesor de turismo perteneciente al New York Times, le pregunté cuál era la causa de que a nuestro país no vinieran turistas de primera; me contestó: Ustedes no tienen una ciudad para recibir esos visitantes, ustedes tienen “jaulas turísticas”, fuera de los hoteles, no hay ambiente.
El turista que nos visita viene narigoneado por las agencias de viaje, sin dinero. Todo está pagado y el tiempo medido.
Los pocos de primera clase que visitan el país después de abandonar la pesca, el mar y los hoteles, buscan sin tiempo los sitios coloniales y hasta hace pocos meses el Faro a Colón, monumento abandonado por el Estado, el Ministerio de Turismo debería tener potestad sobre los sitios de interés para los visitantes.
Como un ejemplo mencioné dos puntos muy conocidos por los extranjeros visitantes. Punta Cana sin ciudad y nada histórico; Boca Chica, cercana a la ciudad capital es un arrabal de casuchas con freidurías en las avenidas, falta de higiene y no faltaba para el panorama un sinfín de cuadros haitianos que confundan a los viajeros.
Lo ideal sería promover un concurso Internacional para Bahía de la Águilas para la urbanización correcta, y así crear una ciudad “Dorada” única en América.
Las construcciones han de ser en acero, porque el suelo es arena, y hoy en día a los turistas hay que cuidarles la vida como a los niños de las escuelas. El acero no se fracciona como los materiales tradicionales y su valor es 60% más económico, menos contaminante, su ensamblaje es en cuestión de horas.
El BID ha financiado un estudio de suelos y por ende de los edificios que se erigirán en arena.
En ese paisaje pintoresco y silencioso de Bahía de la Águilas está lo que podemos hacer con vergüenza, sin tramoyas, sin soborno, sin corrupción, una ciudad “Dorada” para el turismo.
Presidente Danilo Medina: para terminar permítame hacerle un recordatorio histórico: el 4 de septiembre de 1930, al día siguiente de cruzar el meteoro llamado San Zenón, subió Trujillo con dos amigos a la torre del homenaje de la Fortaleza Ozama, para contemplar el desastre ocurrido en la ciudad de Santo Domingo, la más vieja de América.
Cuando el Presidente Trujillo vio el espectáculo de escombros convertido en añicos, se dibujó en su rostro una tristeza, se notaba en el semblante que el garbo se borraba de su vida. Pero uno de los acompañantes le ripostó hábilmente: “sobre esas ruinas está su gloria”; la reunión guardó silencio.
Al bajar las escaleras de la Torre del Homenaje, Trujillo balbuceó para sí ¡coño, voy a reconstruir la ciudad de Santo Domingo) para mí!
Las grandes obras, Señor Presidente Medina, son las que esculpen mármol y bronce para los gobernantes en la historia; las palabrerías fútiles son vanas e inapreciables; se olvidan con los años. ¡Su oportunidad está a la vista y señalada! ¡Manos a la obra!
Tomado de hoy.com.do
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