Alguien que en verdad aprecie al expresidente Leonel Fernández debe recomendarle que desoiga a quienes le preparan agendas llenas de actos de adhesión para contrarrestar la acusación ciudadana de ser artífice del déficit fiscal que de acuerdo con el gobierno del presidente Danilo Medina llegará a los 187,000 millones de pesos y según el Fondo Monetario Internacional, a poco más de 200,000 millones de pesos.
Uno puede llegar a entender que compungido por la acusación de las masas movilizadas y por el fracaso estrepitoso de su discurso de defensa –cargamento de leña echado al fuego de la indignación social—, Leonel Fernández quiera contraponer su reserva de lealtades. Lo que no cuadra es la pasmosa ineptitud que está demostrando. Es tanto el ridículo de sus espectáculos junto a Delio Gómez Ochoa (que ahora dice que donde dijo digo dijo Diego), a los “peregrinos” y a los artistas populares, que más que reivindicación de su estatura de líder parecen un cilicio expiatorio de sus deudas con la sociedad. Una autoflagelación que lo exorcice de sus pecados políticos y sociales, entre ellos el de una arrogante supremacía que él mismo se encarga ahora de enfangar.
Si le creo a la reseña publicada por el Listín Diario sobre la reunión con un grupo de artistas populares –y no tengo razón alguna para no hacerlo—, y en la que, según una de las periodistas al servicio del exmandatario, el rapero Lápiz Conciente (sic) dio “una cátedra de economía”, Leonel Fernández ejemplificó la supuesta manipulación mediática de la que se siente víctima con esta anécdota: “ Un hombre iba caminando por la calle El Conde y alguien le tiró un piropo: “Adiós buenmozo...”. De inmediato dijo, “...eso viene de miso y miso quiere decir gato. El gato come queso, el queso viene de la leche, la leche la da la vaca, el contrario de la vaca es el toro. El toro tiene cuernos, me dijo cuernú’”. Leído esto, la pregunta inevitable e involutariamente dolorosa es dónde está el avasallante conceptualizador que nos ninguneó a todos durante ocho años. Yo, lo confieso, me resisto a creer que sea este de la anécdota que, por demás, confunde interpretación distorsionada de un mensaje por el individuo que lo recibe con manipulación discursiva de los medios de comunicación.
Las fotos de estos encuentros son todas patéticas, pero la última con los artistas, tomada en la Biblioteca Juan Bosch de la FUNGLODE, se lleva el palmarés: Leonel Fernández parece uno entre pares. A eso se ha reducido cuando la calle clasemediera le grita lo que sus oídos jamás esperaron escuchar: en un regocijado y agradecido receptor del apoyo de héroes con facturas, raperos que le componen y cantan al mejor postor, artistas deudores de favores que, no lo callemos, ofendieron a la sociedad por fundados motivos, peregrinos que hubo que proteger de la ira popular y pagar para encontrarles acompañantes.
Lo repito: alguien que de verdad aprecie a Leonel Fernández debe decirle que pare estos vergonzosos espectáculos. Incluso quienes siempre lo hemos adversado queremos un contrincante decoroso, y lo estamos perdiendo a una velocidad que aturde. Y, lo juro, dan ganas de llorar.
Margarita Cordero
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Déjenos saber sus comentarios bajo la etiqueta de Anónimo, no olvide su nombre y su correo electrónico al final del mismo. Sin nombre y sin correo electrónico no publicaremos comentarios. Absténgase de comentarios ofensivos e inapropiados.
El Administrador.