Decía el presidente François Mitterrand que el poder era una droga que volvía
loco a quienes lo disfrutaban. Esta es una gran verdad que se vuelve más
evidente en aquellos que el poder les llega de repente sin haber pasado por una
etapa previa de desempeños en el Estado. Ello en el marco de un país de
tradición autoritaria y de personalización del poder, hace de quienes acceden a
la presidencia en objeto de todo tipo de servilismos y más aún, si se rodean de
una cohorte de cortesanos, buenos, sobre todo, para las genuflexiones y carentes
de todo espíritu crítico.
Esa suma agregada de poder casi ilimitado y de seguidores acríticos y con tendencia al solipsismo político, ha llevado a Leonel Fernández a ir en una espiral ascendente de personalización del poder y de arrogancia.
Lo que unido a sus ideas oportunistas-conservadoras, y a su “flexibilidad” en cuanto a sus principios y valores políticos, ha tenido como manifestación en sus doce años de mandato una manera premoderna de gobernar que ha llevado a la República Dominicana a desaprovechar los años de las vacas gordas que ha disfrutado América Latina.
En vez de desarrollar el país y hacerlo más igualitario, justo e institucional, Leonel Fernández ha utilizado los mecanismos del Estado para enriquecer a su círculo íntimo de seguidores políticos, convertir el Estado dominicano en una inmensa maquinaria clientelar, y en definitiva, ha colocado la economía al borde del colapso o de la bancarrota.
Hasta hace muy poco tiempo parecía a los seguidores del ex presidente que su “karma” o fortuna sería eterna, que su confesado maquiavelismo amoral le haría inmune a toda rendición de cuentas, y que seguiría disfrutando de una impunidad sin límites en sus manejos, ya que incluso gozaba del privilegio de una oposición dividida gracias a sus esfuerzos de reparto de puestos y de negocios con figuras señeras de sus “formales” adversarios políticos.
Antes de las elecciones del 20 de mayo se puso a la tarea de ir creando un entramado institucional que le blindara de toda acción de rendición de cuentas ante los ciudadanos, y con el despilfarro del gasto electoral –lo que llamé el fraude electoral ex ante de las elecciones- se aseguró que la oposición de la parte del PRD que no controlaba, no asumiera el poder.
Creía que con todo ello se aseguraba pasar de rositas y entre algodones los cuatro años que le llevarían de nuevo a la presidencia en el 2016. Pero la vida política es dinámica y no siempre ocurren las cosas como uno las ha planeado. Ahora la situación parece que ha cambiado y el Leonel autosatisfecho y prepotente, se va transformando en un Leonel paranoico, asustado del rechazo ciudadano a los resultados de su gestión.
Eso explica sus reacciones con un discurso tratando de justificar su gestión económica que ha sido considerado, por todos los analistas lúcidos, como un rosario de sandeces y que ha llevado a que el mismo gobernador del Banco Central le tuviera que desmentir. Y si esto no fuera bastante, el informe del FMI ha mostrado que la economía dominicana es un fiasco. Que Leonel Fernández ha hundido la economía dominicana.
¿Cómo interpretar que Leonel Fernández trate de revivir ahora una especie de mal llamado Bloque Patriótico, sino por una convicción de que está en una caída libre hacia el abismo político?
Es imposible tapar el sol con un dedo, ni con miles de dedos, y ya está saliendo a la luz cuál es la verdadera realidad de la gestión política de Leonel Fernández. Inclusive en los círculos neoliberales de los EE.UU. se está mostrando la mala gestión económica y política de Fernández al frente del Estado. Y en el ámbito académico salen a la luz sus manejos.
El catedrático español de economía Roberto Velasco revela en un libro reciente los desmanes de las administraciones de Leonel Fernández. “En la República Dominicana, el clima de corrupción generalizada deja a la inversión extranjera a merced de funcionarios gubernamentales que exigen sobornos de manera “audaz” (es decir, descarada y compulsiva, CBE)…Algunos inversores estadounidenses, por ejemplo, han recibido incluso amenazas, mientras que funcionarios corruptos han sido promovidos a puestos de mayor responsabilidad”.
Continúa el profesor de economía: “Las quejas se dirigen contra el Gobierno dominicano… el panorama para los inversores extranjeros está embrollado con intermediarios corruptos y un entramado legal proclive a satisfacer los antojos de los funcionarios públicos, según destacan los informes de la Embajada de los EE.UU. en RD, enviados a Washington”.
“En estos mensajes se describen las aventuras, amenazas y exigencias de sobornos vividas por sociedades de inversión como Advent International cuando adquirió Aerodom…o la odisea en un mar de sobornos que padeció ese mismo año Forbes Energy para conseguir los permisos de una planta de producción de etanol que, con 700 millones de dólares, iba a ser una de las mayores inversiones extranjeras en el país y la mayor de tipo privado en el campo de los biocombustibles en el mundo”.
Así pues, tiene razón Leonel Fernández en estar nervioso, pese a su natural flemático, frío y distante. Cuando las cosas comienzan a cambiar uno nunca sabe hasta donde se puede llegar. Hoy por hoy los políticos agradecidos como el Procurador de la República pueden desestimar una denuncia justa y supongo que acorde con el procedimiento y sin defectos de forma, ya que él había dicho recientemente que era un hombre de Leonel.
Pero como muy bien nos enseña la historia, hay quienes una vez nombrados se toman en serio su papel y cumplen con su deber, y esto, puede ocurrir en la República Dominicana también, ¿por qué no?
Cuando el rey de Inglaterra Enrique VIII nombró a su amigo Thomas More (Tomás Moro en castellano) Lord Canciller pensaba que este haría siempre su voluntad. Sin embargo, cuando el rey quiso separarse de la iglesia católica por negarse el Papa Clemente VII a anular su matrimonio con Catalina de Aragón, se encontró con la oposición de Tomás Moro, éste ante la disyuntiva de ser fiel a quien le nombró o serlo a las exigencias de su cargo y a sus convicciones, optó por esto último, le espetó algo parecido a esto, al rey:
-“Majestad cuando usted me nombró yo era su amigo, pero ahora debo cumplir con mi deber”.
¡Qué cunda el ejemplo!
Esa suma agregada de poder casi ilimitado y de seguidores acríticos y con tendencia al solipsismo político, ha llevado a Leonel Fernández a ir en una espiral ascendente de personalización del poder y de arrogancia.
Lo que unido a sus ideas oportunistas-conservadoras, y a su “flexibilidad” en cuanto a sus principios y valores políticos, ha tenido como manifestación en sus doce años de mandato una manera premoderna de gobernar que ha llevado a la República Dominicana a desaprovechar los años de las vacas gordas que ha disfrutado América Latina.
En vez de desarrollar el país y hacerlo más igualitario, justo e institucional, Leonel Fernández ha utilizado los mecanismos del Estado para enriquecer a su círculo íntimo de seguidores políticos, convertir el Estado dominicano en una inmensa maquinaria clientelar, y en definitiva, ha colocado la economía al borde del colapso o de la bancarrota.
Hasta hace muy poco tiempo parecía a los seguidores del ex presidente que su “karma” o fortuna sería eterna, que su confesado maquiavelismo amoral le haría inmune a toda rendición de cuentas, y que seguiría disfrutando de una impunidad sin límites en sus manejos, ya que incluso gozaba del privilegio de una oposición dividida gracias a sus esfuerzos de reparto de puestos y de negocios con figuras señeras de sus “formales” adversarios políticos.
Antes de las elecciones del 20 de mayo se puso a la tarea de ir creando un entramado institucional que le blindara de toda acción de rendición de cuentas ante los ciudadanos, y con el despilfarro del gasto electoral –lo que llamé el fraude electoral ex ante de las elecciones- se aseguró que la oposición de la parte del PRD que no controlaba, no asumiera el poder.
Creía que con todo ello se aseguraba pasar de rositas y entre algodones los cuatro años que le llevarían de nuevo a la presidencia en el 2016. Pero la vida política es dinámica y no siempre ocurren las cosas como uno las ha planeado. Ahora la situación parece que ha cambiado y el Leonel autosatisfecho y prepotente, se va transformando en un Leonel paranoico, asustado del rechazo ciudadano a los resultados de su gestión.
Eso explica sus reacciones con un discurso tratando de justificar su gestión económica que ha sido considerado, por todos los analistas lúcidos, como un rosario de sandeces y que ha llevado a que el mismo gobernador del Banco Central le tuviera que desmentir. Y si esto no fuera bastante, el informe del FMI ha mostrado que la economía dominicana es un fiasco. Que Leonel Fernández ha hundido la economía dominicana.
¿Cómo interpretar que Leonel Fernández trate de revivir ahora una especie de mal llamado Bloque Patriótico, sino por una convicción de que está en una caída libre hacia el abismo político?
Es imposible tapar el sol con un dedo, ni con miles de dedos, y ya está saliendo a la luz cuál es la verdadera realidad de la gestión política de Leonel Fernández. Inclusive en los círculos neoliberales de los EE.UU. se está mostrando la mala gestión económica y política de Fernández al frente del Estado. Y en el ámbito académico salen a la luz sus manejos.
El catedrático español de economía Roberto Velasco revela en un libro reciente los desmanes de las administraciones de Leonel Fernández. “En la República Dominicana, el clima de corrupción generalizada deja a la inversión extranjera a merced de funcionarios gubernamentales que exigen sobornos de manera “audaz” (es decir, descarada y compulsiva, CBE)…Algunos inversores estadounidenses, por ejemplo, han recibido incluso amenazas, mientras que funcionarios corruptos han sido promovidos a puestos de mayor responsabilidad”.
Continúa el profesor de economía: “Las quejas se dirigen contra el Gobierno dominicano… el panorama para los inversores extranjeros está embrollado con intermediarios corruptos y un entramado legal proclive a satisfacer los antojos de los funcionarios públicos, según destacan los informes de la Embajada de los EE.UU. en RD, enviados a Washington”.
“En estos mensajes se describen las aventuras, amenazas y exigencias de sobornos vividas por sociedades de inversión como Advent International cuando adquirió Aerodom…o la odisea en un mar de sobornos que padeció ese mismo año Forbes Energy para conseguir los permisos de una planta de producción de etanol que, con 700 millones de dólares, iba a ser una de las mayores inversiones extranjeras en el país y la mayor de tipo privado en el campo de los biocombustibles en el mundo”.
Así pues, tiene razón Leonel Fernández en estar nervioso, pese a su natural flemático, frío y distante. Cuando las cosas comienzan a cambiar uno nunca sabe hasta donde se puede llegar. Hoy por hoy los políticos agradecidos como el Procurador de la República pueden desestimar una denuncia justa y supongo que acorde con el procedimiento y sin defectos de forma, ya que él había dicho recientemente que era un hombre de Leonel.
Pero como muy bien nos enseña la historia, hay quienes una vez nombrados se toman en serio su papel y cumplen con su deber, y esto, puede ocurrir en la República Dominicana también, ¿por qué no?
Cuando el rey de Inglaterra Enrique VIII nombró a su amigo Thomas More (Tomás Moro en castellano) Lord Canciller pensaba que este haría siempre su voluntad. Sin embargo, cuando el rey quiso separarse de la iglesia católica por negarse el Papa Clemente VII a anular su matrimonio con Catalina de Aragón, se encontró con la oposición de Tomás Moro, éste ante la disyuntiva de ser fiel a quien le nombró o serlo a las exigencias de su cargo y a sus convicciones, optó por esto último, le espetó algo parecido a esto, al rey:
-“Majestad cuando usted me nombró yo era su amigo, pero ahora debo cumplir con mi deber”.
¡Qué cunda el ejemplo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Déjenos saber sus comentarios bajo la etiqueta de Anónimo, no olvide su nombre y su correo electrónico al final del mismo. Sin nombre y sin correo electrónico no publicaremos comentarios. Absténgase de comentarios ofensivos e inapropiados.
El Administrador.