La carga tributaria dominicana no suma todos los impuestos
Los argumentos del gobierno, necesita ingresos permanentes para el
presupuesto adicional de educación y que para desarrollar el país es
imprescindible elevar la carga tributaria. Si elabora un presupuesto para el
2013 basado en lo ejecutado en el 2011, recupera impuestos que se evaden y
administra bien los recursos, sin problemas cumple con los compromisos sociales
y puede cerrar con un déficit controlado.
Pero quiere un presupuesto (gastos y aplicaciones financieras) de RD$532,638 millones, equivalente a 21.4% del PIB, elaborado sobre el ejecutado en el 2012, que no debe usarse como referencia, porque Leonel incurrió en el mayor desastre fiscal que conozca la historia de las finanzas públicas. Para financiarlo aumenta el ITBIS y el selectivo al consumo, ampliando la base de ambos impuestos, lo que reducirá el consumo y el poder de compra del salario.
Combinado con 39% de impuesto sobre la renta a las empresas, desincentiva la inversión privada, reduce el crecimiento y el empleo. Cuando la economía privada no aumenta, la salida es el empleo en la actividad sumergida, pero dejará de ser alternativa, el gobierno quiere que los negocios informales paguen un impuesto anual de $10 mil pesos. Una reforma sin pie ni cabeza.
Lo de la presión tributaria es otro cuento, porque lo primero que debe darse es el aumento del ingreso per cápita y luego se justifica subir la presión tributaria, el asunto no es al revés. El orden lo estableció Ley de A. Wagner (The Nature of the Fiscal Economy, 1883), el aumento del ingreso per cápita incrementa la demanda de bienes y servicios suministrados por el Estado, justificándose la elevación de la carga tributaria.
Se colige que países con mayores ingresos per cápita son los que tienen elevada carga tributaria. Como nuestro ingreso por persona (US$5,538.30) es relativamente bajo, carece de sentido la comparación que se acostumbra para elevar la carga. Chile con 20% de carga y US$9,940 de ingreso per cápita, Brasil con 34% y US$12,400, Argentina con 28% y US$11,573, por ejemplo.
Además, la carga tributaria dominicana no suma todos los impuestos, deja de lado los ocultos (como el doble pago de la energía, agua, seguridad, entre otros). No toma cuenta que el PIB está inflado por los excesivos gastos y déficits acumulados por Leonel, que tomaron la forma de gastos de consumo e inversión, gasto corrupto y despilfarrador.
El verdadero cálculo es la carga fiscal, es a través del gasto gubernamental (impuestos, préstamos y déficits), porque sin importar cuándo todo gasto se cubre con impuestos.
Es oportuna la advertencia de Milton Friedman, que “el tamaño del Estado no se determina únicamente por lo que está registrado como gasto gubernamental, sino también por las reglas y regulaciones estatales”.
La existencia de un gran sector informal en la economía dominicana, 57% de la población ocupada, es muestra fehaciente de que el peso del Estado sobre la economía va más allá de lo registrado en la carga tributaria. Impuestos como los que se pretenden son responsables del fomento de la evasión, el contrabando y la subfacturación, es decir, la informalidad y la economía sumergida, que aumentó 24% respecto al 2005. La reforma es inaceptable.
Pero quiere un presupuesto (gastos y aplicaciones financieras) de RD$532,638 millones, equivalente a 21.4% del PIB, elaborado sobre el ejecutado en el 2012, que no debe usarse como referencia, porque Leonel incurrió en el mayor desastre fiscal que conozca la historia de las finanzas públicas. Para financiarlo aumenta el ITBIS y el selectivo al consumo, ampliando la base de ambos impuestos, lo que reducirá el consumo y el poder de compra del salario.
Combinado con 39% de impuesto sobre la renta a las empresas, desincentiva la inversión privada, reduce el crecimiento y el empleo. Cuando la economía privada no aumenta, la salida es el empleo en la actividad sumergida, pero dejará de ser alternativa, el gobierno quiere que los negocios informales paguen un impuesto anual de $10 mil pesos. Una reforma sin pie ni cabeza.
Lo de la presión tributaria es otro cuento, porque lo primero que debe darse es el aumento del ingreso per cápita y luego se justifica subir la presión tributaria, el asunto no es al revés. El orden lo estableció Ley de A. Wagner (The Nature of the Fiscal Economy, 1883), el aumento del ingreso per cápita incrementa la demanda de bienes y servicios suministrados por el Estado, justificándose la elevación de la carga tributaria.
Se colige que países con mayores ingresos per cápita son los que tienen elevada carga tributaria. Como nuestro ingreso por persona (US$5,538.30) es relativamente bajo, carece de sentido la comparación que se acostumbra para elevar la carga. Chile con 20% de carga y US$9,940 de ingreso per cápita, Brasil con 34% y US$12,400, Argentina con 28% y US$11,573, por ejemplo.
Además, la carga tributaria dominicana no suma todos los impuestos, deja de lado los ocultos (como el doble pago de la energía, agua, seguridad, entre otros). No toma cuenta que el PIB está inflado por los excesivos gastos y déficits acumulados por Leonel, que tomaron la forma de gastos de consumo e inversión, gasto corrupto y despilfarrador.
El verdadero cálculo es la carga fiscal, es a través del gasto gubernamental (impuestos, préstamos y déficits), porque sin importar cuándo todo gasto se cubre con impuestos.
Es oportuna la advertencia de Milton Friedman, que “el tamaño del Estado no se determina únicamente por lo que está registrado como gasto gubernamental, sino también por las reglas y regulaciones estatales”.
La existencia de un gran sector informal en la economía dominicana, 57% de la población ocupada, es muestra fehaciente de que el peso del Estado sobre la economía va más allá de lo registrado en la carga tributaria. Impuestos como los que se pretenden son responsables del fomento de la evasión, el contrabando y la subfacturación, es decir, la informalidad y la economía sumergida, que aumentó 24% respecto al 2005. La reforma es inaceptable.
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