Desde hace unos pocos años, en nuestro país se ha venido realizando sin mucha estridencia la venta de empresas consideradas íconos en nuestro reducido parque industrial y comercial. En esta entrega nos vamos a referir a esta súbita transferencia de propiedad, respetando el nombre de las firmas adquirientes, mas estableciendo cuando es de público conocimiento, la nacionalidad de las mismas. Estimamos, que de continuar este acelerado proceso, pronto los empresarios dominicanos serán extraños en su propio terruño.
Una empresa que estaba siempre a flor de labios lo fue la Compañía Dominicana de Teléfonos (CODETEL), la cual sucumbió primero al ser adquirida por Verizon y hoy es propiedad de un magnate mexicano bajo el nombre de CLARO. Siguiendo con las telecomunicaciones nos enteramos que TRICOM pasó a manos de panameños.
Los ingenieros y maestros dedicados a la construcción recuerdan con nostalgia la fábrica que quedaba a la orillas del río Isabela, la Cemento COLON. Esa industria pasó ahora a manos de colombianos. De igual modo, el cemento TITAN cuyos inicios fueron el fruto de un consorcio de dominicanos, ahora ha pasado a ser propietaria de Cemex, con asiento en México.
Las dos empresas más arraigadas en cuanto a los consumidores de bebidas alcohólicas y que nunca pensamos que serían adquiridas por consorcios extranjeros, hoy ya tienen directores allende los mares: Cerveza PRESIDENTE en Brasil y el ron BRUGAL en el Reino Unido. Pero, si continuamos con los productores de ron criollo, nos topamos que el famoso BARCELÓ ha sido adquirido por españoles.
Llegado el turno a los combustibles, la TEXACO ahora es regenteada por un grupo mayoritario de haitianos. Asimismo, SHELL y ESSO han sido adquiridas por británicos que componen un grupo establecido con sede en Trinidad y Tobago.
Los Molinos Dominicanos y del Norte, uno parte de aquel grupo denominado Corporación Dominicana de Empresas Estatales (CORDE), sus ejecutivos y propietarios se encuentran hoy en Guatemala.
Quién diría que con ese nombre de Pollo CIBAO, sus propietarios –aunque debemos reconocer que existe una litis- son de la República Bolivariana de Venezuela.
Aquellos que pensaron que a los judíos nadie le compra y que son tercos con sus bienes hasta la saciedad, no deben creer que productos SOSUA, al igual que productos CHECO ahora bailan juntos un “jarabe tapatío” en algún lugar de México.
Pero ¿y la COCA COLA?, también se ha ido hacia el golfo y también baila un “corrido”, el cual también alcanza a unos aeropuertos que administraba SIGLO 21, cuyos regentes haciéndole honor al siglo, se mudaron para México al abandonar los “turquitos” apresuradamente el barco que zozobraba y ahora construyen un túnel debajo del canal de Panamá.
He dejado para último, aunque sé que se quedan en el tintero unas cuantas empresas más, una que quiero rendirle homenaje a su creador, el doctor Alfonso Moreno Martínez, hermano de mi amigo y compañero de curso asesinado por la tiranía NONO y quien me dijera una vez: “si yo hubiese sabido el éxito y la acogida y popularidad que tengo con los helados BON, nunca me hubiera metido a político”. Sí amigos lectores, estos representativos helados fruto del trabajo tesonero de aquel coloso emprendedor, bailan ahora cumbia como propiedad de hijos de Colombia.
Es una triste realidad la situación por la cual atraviesa una gran parte de las empresas dominicanas, unas por no recibir los incentivos que a sus competidoras extranjeras les otorgan y otra por el peor de los males que hasta ahora únicamente en pequeña escala resolvió la dictadura de Trujillo: el energético. Los mayores deben recordar, que Santo Domingo estaba tan bien iluminada en esa época, que los vehículos circulaban de noche con luz de estacionamiento porque estaba prohibida la luz de cambio.
Como se podrá notar, hay una composición variopinta de los países adquirientes de las más exitosas empresas dominicanas. Si ellos lo han hecho, es por los incentivos que reciben y la repatriación asegurada de sus beneficios. Es decir, le otorgamos a los extranjeros lo que se le niega a los dominicanos. ¡Ay Guacanagarix! todavía estás presente como el primer guandul.
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