Melvin Mañón
La medida exacta y precisa del primer año de gestión de Danilo Medina la ha dado Leonel Fernández en unas declaraciones en Nueva York, la ciudad donde parece irse de la lengua al decir: estoy orgulloso del primer año de gestión de Danilo Medina y etc. etc. etc. (recuerden cuando dijo como el PLD ganaría las elecciones que no ganó pero se impuso)
El tipo no dice que le parece bien, que la evidencia, los indicadores, que esto y que aquello. No, él habla del alumno, del hijo, del subordinado, como cuando uno de nosotros dice: estoy orgulloso de mi hija, de mi empleado, de mis alumnos. Y no se crean que es casual. No lo es.
Leonel tiene motivos sobrados para estar orgulloso de ese primer año de gestión. Para empezar él no está preso, no está en tribunales y ni siquiera pudieron prosperar los casos abiertos por Guillermo Moreno. Si yo estuviera en el lugar de Leonel, quizás no hubiera dicho exactamente lo mismo pero igual me sentiría muy bien.
Para juzgar y evaluar la gestión de Danilo Medina tras su primer año no hacen falta economistas ni Banco Mundial. No hacen falta sociólogos ni PNUD ni Amnistía Internacional, ni Greenpeace, ni ninguna de esas organizaciones internacionales. Leonel ha dado la medida de todos los juicios y de todas las evaluaciones.
Todo el trabajo de Nuria Piera durante años, todas las denuncias de Andrés L. Mateo, todos los reportajes de Alicia Ortega, todas las publicaciones de La Lupa, todas las entrevistas de Huchi y Juan Bolívar Díaz así como el humor crítico de Marino Zapete quedan zanjados con esa declaraciones de Leonel Fernández. Otras voces de mérito no me vienen ahora a la memoria por lo cual pido excusas y muchas, pero con las mencionadas se ilustra el punto.
Leonel tiene todas las razones del mundo para estar orgulloso del primer año de gestión de Danilo, porque entre las perlas que nos ha brindado en ese año están la de aquel día que calificó la lucha contra la corrupción de tiradera de piedras al pasado y recientemente cuando al cuestionarse la integridad de Vincho Castillo como funcionario, entre risas y burlas trivializó diciendo que la gente quería ver sangre.
Además de las perlas, Danilo Medina nos ha dado otras joyas: un procurador que no ha decidido investigar el primer acto de corrupción denunciado pero que fue capaz de declarar que perseguiría a las prostitutas y una fiscal de distrito que afirmó sin inmutarse que la legislación nuestra no podía tipificar como delito las acciones imputadas a Leonel Fernández y no negadas ni siquiera por ella misma. Estas decisiones a pesar de la propia promesa de Danilo Medina de investigar y sancionar la corrupción incluso si la denuncia procedía del rumor público.
¿Para que vamos a perder el tiempo sacando el balance al primer año de una gestión cuando ya Leonel lo hizo por todos nosotros?
Pero hay dos observaciones ineludibles.
El que crea que Danilo Medina escapa al juicio de la historia brincando charcos o construyendo escuelas está equivocado. Esta sociedad quiere justicia, quiere seguridad y quiere decencia. Para eso no necesitamos escuelas sino maestros y no podemos tener esos maestros mientras el poder y las élites no den el ejemplo y nadie puede dar el ejemplo sin atender a las denuncias y empezando en primer lugar por las que existen contra Leonel Fernández.
Se puede dar clases durante años en escuelas malas y bajo una mata de mango como en la India. Naturalmente es mejor que hayan escuelas buenas, limpias, y sin un prostíbulo al frente. Con maestros buenos, motivados e inspirados se logra un mejor país con o sin planteles nuevos.
El señor Medina ha creído -y no importa si por oportunista o de buena fe que- que asumiendo el papel de abanderado de la educación podrá excusar ante la historia el de desertor de la justicia, el orden y la paz social. Está equivocado y los hechos no tardarán en demostrárselo.
El pueblo quiere justicia, pero Danilo Medina ofrece impunidad. El pueblo quiere empleo y salario decente, pero Danilo Medina lo grava con más impuestos que arruinan las empresas y aumentan el desempleo. La gente quiere seguridad ciudadana y jurídica pero Danilo Medina no puede poner orden porque, sin empezar por arriba nadie de abajo se va a creer lo de la austeridad y el respeto. Danilo Medina, a tono con el historial del partido a que pertenece es un fraude bien envuelto en celofán, bien presentado en vitrina y vendido en tiendas, pero fraude al fin y al cabo.
Cuando el quiera, decida o se atreva a poner orden, traer seguridad, dignificar las instituciones, mejorar la educación, enderezar los entuertos con la salud y con todo lo demás, él sabe bien por donde tiene que empezar.
Lo que sucede es que él y Leonel saben bien que el fraude fiscal por el que Leonel tarde o temprano será juzgado fue incurrido para hacer a Danilo Medina presidente. Justamente por eso, un año después, Leonel Fernández, habiendo escapado por ahora de la justicia puede decir: estoy orgulloso del primer año de la gestión de Danilo Medina.
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