Marisol Vicens Bello
Son muchos los retos que tiene nuestro país y demasiados los problemas por resolver. Esto hace que ningún gobierno aunque realmente lo intentara, pueda resolverlos todos. Sin embargo hay denominadores comunes, que de ser atacados, significarían un avance importante hacia su solución.
Por ejemplo, no hay problema en nuestro país que no esté vinculado a una falta de cumplimiento con la ley, lo que a su vez está atado a corrupción e impunidad.
Igualmente nuestros grandes problemas tienen en su fuente un componente político, que hace que las decisiones necesarias no se tomen por no asumir costos políticos, por compromisos o simple conveniencia.
Para muchos resulta frustrante que cosas que parecen ser tan evidentes, otros no puedan verlas. Todos hemos soñado con que ciertos problemas puedan resolverse, pero nos ha despertado el fracaso.
Lo que pocas veces sucede es que se haga una reflexión profunda y desnuda de intereses de por qué a nosotros nos resulta imposible, lo que otros pueden lograr y, porqué no hacemos nada para luchar contra los enemigos que nos han ganado históricamente la batalla.
Detrás de cada problema nacional no solo hay millones de víctimas, sino también un grupo de beneficiarios del estatus quo, que defienden a rabiar preservar lo que tienen, a veces sin darse cuenta de que tarde o temprano perecerá en sus manos.
Lo acontecido en Puerto Plata con el ilegal y abusivo allanamiento efectuado a la residencia de un ciudadano alemán retrata de cuerpo completo lo que sucede en nuestro país: autoridades que abusan de su investidura y se hacen cómplices de los delitos que están llamadas a prevenir, lo que se ha convertido en un lucrativo negocio y que afortunadamente algunos sí están dispuestos a enfrentar como llaneros solitarios.
Hemos decidido vivir al margen de la ley, en la opacidad, fomentando que muchos no vivan de su salario sino de las coimas y aceptando que exhiban fortunas injustificadas sin ninguna consecuencia, que muchos negocios solo puedan sobrevivir no pagando impuestos o pagando solo una proporción, que cada ciudadano busque la manera de subsistir, prefiriendo a su vez no ganar transparentemente su salario, para no “perder” más de lo que está dispuesto en impuestos, que ninguna ley se cumpla a cabalidad pero al mismo tiempo las autoridades quieran imponer todo su rigor cuando les conviene, que no tengamos informaciones veraces, ni estadísticas creíbles porque la mentira, la falta de transparencia, la connivencia, la informalidad y la manipulación son parte esencial de nuestro sistema operativo.
Si queremos avanzar hacia el desarrollo tenemos que cambiar esta realidad, en la que la mentira no es perjurio sino práctica tolerada, el sistema impide la transparencia y las autoridades pretenden hacer cumplir, lo que ellas no cumplen.
En el aniversario de la restauración de la República debemos pensar que nuestros enemigos siguen siendo los mismos: la corrupción, la falta de cumplimiento con la ley, la impunidad, la carencia de una verdadera conciencia republicana y ciudadana. Mientras no los enfrentemos, cualquier logro será peregrino y no hará que este país cambie, como algunos aún soñamos.
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