miércoles, 21 de agosto de 2013

Defender la honra para defender la vida

Escrito por: LUIS SCHEKER ORTIZ

En la Era de Trujillo se puso de moda el Foro Público. Los muchachos de hoy no lo conocieron, ni siquiera habían nacido. Era una manera infame e infamante mediante el cual el Jefe denunciaba, extorsionaba, chantajeaba y eliminaba social y políticamente a adversarios y colaboradores que no se advenían a ser sumisos y responder a sus apetencias personales o a su inefable poder omnímodo.

Ajusticiado Trujillo y abiertas las compuertas de las libertades publicas y el respeto a los derechos humanos y del ciudadano, el Foro Público y otras simbologías del poder maldito, desaparecieron. Pero huérfanos de una cultura civilizada e institucional, reaparecen otras formas de degradación cívica y moral: el chisme como industria y el pasquín irresponsable, donde se mezclan medias verdades con grotescas mentiras para descalificar figuras públicas, muy distantes a las denuncias responsables, valientes, no temerarias, de medios que se hacen cargo de la defensa de muchas voces ahogadas que no tienen respuestas a sus justos reclamos.

Entonces nos encontramos junto con periodistas y personalidades íntegras, honestas, comprometidas con las causas sociales y los intereses de la nación; otros que se acomodan y se doblegan al poder de los pocos poderosos dueños del país de todos, y nos encontramos, modernamente, con la valerosa voz de las redes sociales que se proponen y quieren un cambio radical, idealista, conforme con su percepción de las cosas: el que no cambia todo no cambia nada. Cero de tolerancia. Andan de prisa. Se llevan de encuentro, condenan y sepultan en el cadalso del rumor público a los “corruptos” de su preferencia o aquellos de encargo. Grave pecado es la defensa del honor y la debida consideración. Muestra de debilidad y de sin razón es la rectificación del sabio, la humildad del perdón del equivocado.

Si alguien se siente con el derecho de defender su causa y hacerla pública, luego que fuera negada la oportunidad de ser oído o que habiendo sido oídas sus razones, se hubiese corregido o rectificado el infundio, esas voces iracundas persisten, confundidas en sus propias redes, se envalentonan, desafían, chantajean y confrontan a sus propios aliados naturales por atreverse a hacer un llamado a la cordura y a la reflexión. “Esos personeros sentimentales que por razones familiares cambian de bando” fue la respuesta a mi mediación y al artículo anterior “El álbum de los rumores y la Presunción de Inocencia.”

¿Si se pierde el honor, o se da por perdido de qué vale la vida?

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