domingo, 11 de agosto de 2013

Puntualizaciones en torno a una posición

Escrito por: HUGO TOLENTINO DIPP

En varios artículos publicados en diferentes diarios de circulación nacional he adelantado algunas reflexiones en torno a la crisis que actualmente sobrecoge al Partido Revolucionario Dominicano. Ahora bien enfrentado a una que otra reacción crítica provocada por algunas de mis opiniones me siento obligado a ofrecer una respuesta puntualizadora.

En el artículo publicado el 18 de julio de 2013, referente a las plurales negociaciones que han llevado a cabo distintos sectores del Partido Revolucionario Dominicano, escribí lo siguiente: “De nada han valido las propuestas de salidas honrosas. Todo lo contrario, siguen produciendo estupor y vergüenza las reiteradas y nuevas diligencias para negociar, para convocar la Comisión Política, el Comité Ejecutivo Nacional, la Convención, todo para ser salcochado y pactado en el caldo de ambiciones que inevitablemente chocarán de frente contra las inamovibles pretensiones de Miguel Vargas Maldonado”.

En ese mismo escrito expresé que Miguel Vargas Maldonado había evidenciado hasta el empalago que toda propuesta tenía que serle hecha partiendo de su ratificación como Presidente del partido y el reconocimiento de la condición de futuro candidato a la Presidencia de la República. A esos comentarios agregué que quienes promuevan esas negociaciones, sean del sector de Hipólito Mejía o de Luis Abinader o “independientes”, debían ser precavidos y cautos ante un personaje que a cielo abierto no tuvo reparo para actuar traicionando la candidatura de su partido en las elecciones de 2012 y para anudar vínculos con el esquema político- Corporación le llaman algunos-de Leonel Fernández Reyna y Danilo Medina.

Es decir, la experiencia ha demostrado que toda propuesta de negociación está condenada al fracaso si no responde a las ambiciones personales de Miguel Vargas Maldonado. Si se llegara al colmo de reconocerle la Presidencia del Partido y la candidatura a la Presidencia de la República no es de dudar que exigirá entonces una Convención de delegados escogidos por su “equipo”.

De ninguna manera correrá el riesgo de una Convención en la que decida el voto universal de los perredeístas. Y a ese requerimiento añadirá, una vez más, que los expulsados o suspendidos o borrados por su propio capricho de las filas del partido no podrán tener ninguna participación en dicha Convención. Y cuando no sean esos los escollos buscará otros, porque se trata de ganar tiempo apostando a la desesperación de no pocos perredeístas que corren el riesgo hoy y mañana, de ser cruelmente burlados en un proceso de ingenua reconciliación. Frente al proyecto de Miguel Vargas Maldonado no caben los ideales. Concibe el Partido Revolucionario Dominicano como su partido, su propiedad, su compañía por acciones, donde solo son bienvenidos quienes aceptan sus apetencias y su alianza corporativa con el gobierno más corrupto de toda la historia nacional.

Tengo, pues, el convencimiento de que cualquier tentativa de avenimiento frente a Miguel Vargas Maldonado para ser escuchada por este tiene que poner de lado y olvidar los principios vertebrales del Partido Revolucionario Dominicano. Fue bajo esa creencia que en el artículo del 18 de julio de 2013 expresé lo siguiente: “Si por el contrario se quiere seguir los pasos del Partido Revolucionario de 1939 y de José Francisco Peña Gómez será preciso, como única salida democrática, que todos, digo bien todos, los que son contrarios a ese esquema, es decir, los que hoy día constituyen la casi totalidad de la dirigencia y de las bases de aquel partido, decidan la creación de un Partido Revolucionario Peñagomista o Auténtico. Tarea para las legítimas ambiciones y para los jóvenes capaces de hacer realidad sus sueños de equidad social y progreso de la Nación Dominicana”.

A quienes han argumentado, mencionándolos por sus nombres, que Jacobo Majluta y Hatuey de Camps no tuvieran éxito al ausentarse del Partido Revolucionario Dominicano les quiero recordar que las circunstancias de ayer no son las mismas de hoy ni son tampoco idénticas las relaciones de fuerza popular y organizativa entre Miguel Vargas Maldonado y los que representan la verdadera identidad del partido de José Francisco Peña Gómez. De esto hablaremos más adelante.

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